CADA DÍA LAS ESCRITURAS 5: EL LIBRO DE DEUTERONOMIO
1.- Deuteronomio 1, 1-18: El último libro de Moisés, parcialmente vuelve a tomar los relatos y enseñanzas de los libros precedentes.
Desde el comienzo de nuestra vida cristiana, el Espíritu Santo quiere enseñarnos las verdades y los principios de la Palabra.
2.- Deuteronomio 1, 19-28: Desde Horeb, su punto de partida, Israel se dirige hacia Canaán, a través del "grande y terrible desierto". La raíz del mal estaba allí, en la falta de confianza en Dios. A causa de su incredulidad, toda esa generación cayó en el desierto, excepto Josué y Caleb. El pueblo israelita que se atreva a dudar de un amor que, sin embargo, ha sido comprobado, el amor de un Dios que no perdonó en la cruz a su propio Hijo (Romanos 8, 31-32).
3.- Deuteronomio 1, 29-46: Escuchamos lo que Dios responde por boca de Moisés: "Dios te ha traído, como trae el hombre a su hijo".
Otra prueba de la fidelidad de Dios era la manera en que había iniciado la marcha de su pueblo, reconociendo los lugares y guiándolo etapa por etapa. Los incrédulos temores dan lugar a la ligereza y a la presunción, actitud que inevitable hace derramar abundantes y amargas lágrimas.
4.- Deuteronomio 2, 1-13: El Señor Jesús, cual verdadero Moisés, desea que recordemos el desierto, no solamente como el lugar donde hemos multiplicado los pasos en falso, sino para evocar Su inagotable bondad y paciencia a lo largo del camino transitado. "Jehová tu Dios ha estado contigo, y nada te ha faltado".
"Él sabe que andas por este gran desierto; estos cuarenta años Jehová tu Dios ha estado contigo, y nada te ha faltado".
Querido hermano, pronto oiremos el llamado que pondrá fin a nuestro peregrinaje por este mundo: "El Señor mismo con voz de mando... descenderá del cielo", y nosotros iremos a su encuentro "en el aire" (1 Tesalonicenses 4, 16-17).
5.- Deuteronomio 2, 14-25: El largo peregrinaje de Israel por el desierto era el justo castigo por su incredulidad. Fueron necesarios treinta y ocho años para que pereciese esa generación de hombres de guerra. Fue también al cabo de treinta y ocho años que este infeliz renunció a cualquier socorro humano y reconoció: "No tengo quien..." Entonces el Señor hizo que caminara. Cuando las fuerzas del hombre han desaparecido, llega la hora de Dios. Él ha preparado unas victorias brillantes y manda decir al pueblo: "Levantaos, salid, y pasad el arroyo de Arnón... comienza a tomar posesión de ella, y entra en guerra con él". Dios se encarga de todo lo demás.
6.- Deuteronomio 2, 26-37: Las naciones que ocupan los dos lados del Jordán acaban de oír hablar de lo que Jehová ha hecho por Israel, mas no se han arrepentido. Esas naciones eran enemigas de Dios y el pueblo debía destruirlas a causa de la gloria de Dios. El cristiano no es llamado, como Israel, a combatir contra los hombres. Lo que sí debe imitar es la amabilidad con la que Israel da aquí su testimonio.
7.- Deuteronomio 3, 1-17: Cuando el enemigo sale al encuentro del pueblo, Jehová empieza por animar y tranquilizar a Moisés, "No tengas temor de él" (v. 2). Si bien, las ciudades amuralladas hasta el cielo (cap. 1, 28) habían parecido invencibles al Israel incrédulo. Más aquí Moisés les recuerda: "No hubo ciudad que escapase de nosotros" (cap. 2, 36). Dios demuestra así su poder y lo despliega en favor de los suyos. "Todo lo que es nacido de Dios vence al mundo y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe" (1 Juan 5, 4). La fe triunfa porque se fundamenta en Aquel que es más poderoso que el mundo. "Confiad, yo he vencido al mundo" (Juan 16, 33).
8.- Deuteronomio 3, 18-29: Si un alumno perezoso, un aficionado que carece una sana ambición, si "tiene la vista muy corta", no le será dada una "amplia y generosa entrada en el reino de nuestro Señor y Salvador Jesucristo", y sufrirá una pérdida eterna (2 Pedro 1, 9 y 11).
9.- Deuteronomio 4, 1-13: Una sola desobediencia privó a Moisés de entrar en la buena tierra prometida por Jehová. "No añadiréis a la palabra que yo os mando ni disminuiréis de ella" (v. 2 y cap. 12, 32). Sin embargo, muchas personas que dicen ser cristianas añaden tradiciones, supersticiones y opiniones humanas a las Escrituras. Otras suprimen las páginas que les molestan o las que no entienden. Hacer lo que uno es tan culpable como hacer lo otro (Apocalipsis 22, 18-19).
10.- Deuteronomio 4, 14-28: En medio de los pueblos circundantes, Israel debía distinguirse por su sabiduría e inteligencia (cap. 4, 6). Al mismo tiempo que advierte a Israel, Dios no le oculta lo que sucederá: el pueblo se corromperá y servirá a las divinidades paganas. Moisés menciona a los nietos. Uno de los suyos, llamado Jonatán, precisamente llegó a ser, en los tiempos de los jueces, sacerdote de una imagen de escultura (Jueces 18, 30).
11.- Deuteronomio 4, 29-49: La cristiandad, aún más responsable que Israel, no ha respondido mejor que este pueblo a lo que se esperaba de ella. Desde los tiempos apostólicos, su decadencia está anunciada. Dios tiene trazado un sendero para el creyente: la obediencia individual. En Deuteronomio repite muchas veces lo que hemos aprendido, por la ley misma. Deuteronomio significa reiteración de la ley o segunda ley.
12.- Deuteronomio 5, 1-21: Ahora para Israel es cuestión de escuchar, aprender y poner en práctica los estatutos y las ordenanzas de Jehová. La perfección de Cristo, quien la cumplió en su totalidad, y, por otra parte, la maldad del hombre, que es capaz de hacer todo lo que ella prohíbe. La vida cristiana también conlleva unas abstenciones y prohibiciones. Dios nos exige apartarnos de las diversas codicias, es porque nos ha dado una persona, al Señor Jesucristo, quien es apto para satisfacer nuestros corazones, lo que la ley no hacía.
13.- Deuteronomio 5, 22-33: La ley ha sido dada. Jehová no tiene nada más que añadir a ella. Ahora al pueblo le toca responder un fervor verdadero y espontáneo. Dios no se conforma con palabras, cuando el pueblo decía de acuerdo lo cumpliremos. Él nos juzgara según nuestros hechos. Así "el querer como el hacer" (filipenses 2, 13). Ha sido trazado un camino del que uno no debe apartarse "a diestra ni a siniestra". Fue el único que "anduvo en los caminos de David su padre, sin apartarse a la derecha ni a la izquierda" (2 Crónicas 34, 2).
14.- Deuteronomio 6, 1-15: El amor de Dios no admite un corazón dividido ni comprometido con terceros. Ningún momento de nuestra vida debe escaparse de su influencia. El Evangelio nos presenta a Jesús, el modelo perfecto, en quien todo era para Dios. "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente" (Mateo 22, 37-38). El diablo no puede hacer nada en contra de las Escrituras cuando las citamos con el objeto de vencerle.
15.- Deuteronomio 6, 16-25; 7, 1-6: Tentar a Dios es pedirle que dé prueba de lo que dice. Y esto no es sino incredulidad. Israel no debía perdonar nada de los cananeos ni de sus dioses. No para satisfacer el espíritu belicoso y dominador que generalmente suele animar a los pueblos conquistadores, sino porque era un pueblo santo, consagrado a Jehová.
16.- Deuteronomio 7, 7-26: Nosotros amamos a las personas que nos aman o a las que nos parecen simpáticas y amables. Pero, el amor de Dios es totalmente distinto. Su amor se ejerce para con nosotros cuando éramos débiles, impíos, pecadores, enemigos (Romanos 5, 6, 8, 10). El amor que Dios espera del hombre no es sino la justa respuesta al suyo. La promesa de Jesucristo es: "El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amara" (Juan 14, 23). Que Dios nos conceda experimentarlo ricamente.
17.- Deuteronomio 8, 1-20: ¡"Te acordarás... acuérdate"! El corazón de Israel, como el nuestro, está pronto a olvidar a Dios, sus liberaciones, sus promesas, sus mandamientos (Marcos 8, 18). El hombre padece necesidades se halla más dispuesto a volverse hacia su Creador, y es justamente allí donde Dios lo espera, porque la prueba nunca es una meta en sí, sino un medio "para a la postre hacerte bien".
18.- Deuteronomio 9, 1-17: Para describir la fuerza de los enemigos de Israel, Moisés emplea los mismos términos usados por los hombres incrédulos que habían atemorizado el corazón del pueblo. Jehová iría delante de ellos para combatir y destruir dicho poder.
Debemos recordar la fidelidad del Señor, también es necesario que no olvidemos cuán débil es nuestro corazón (Ezequiel 16, 30).
19.- Deuteronomio 9, 18-29: Invitado a no olvidar sus faltas pasadas, Israel podía asociar a ello otro recuerdo: el del fiel abogado que se había mantenido en la montaña intercediendo por él.
Cuando hemos aprendido una lección por nuestra propia experiencia, somos capaces de ayudar a los demás.
¡Qué felicidad, amados hermanos, poder contar con la presencia de un intercesor divino que se dirige al Padre en favor de cada uno de nosotros!
20.- Deuteronomio 10, 1-11: Las dos primeras tablas, apenas estuvieron en las manos de Moisés, fueron rotas para que el juicio no entrase juntamente con ellas en el campamento idólatra.
2 Corintios 3 compara los diez mandamientos inscritos en las tablas de piedra con la "carta de Cristo", grabada "en tablas de carne del corazón".
En nuestro entorno son muchos los que nunca leen la Biblia. De modo indirecto se les puede obligar a hacerlo si la conducta que observan en nosotros es conforme a sus enseñanzas y refleja a Jesús (1 Pedro 3, 1-2).
21.- Deuteronomio 10, 12-22: Amigo cristiano, el Señor no pide otra cosa "de ti", sino tu temor, fidelidad, amor, abnegación y obediencia., "A él solo servirás, a él seguirás" (v. 20), pues se exige la circuncisión del corazón. Dios es el sostén de los que se hallan solos en la vida, ya que, "Él es el objeto de tu alabanza" (v.21).
22.- Deuteronomio 11, 1-15: ¡Que contraste hay entre la tierra prometida y Egipto, figura del mundo!
23.- Deuteronomio 11, 16-32: Si permanecemos en Jesús, el Cristo, sabremos cómo orar (Juan 15, 7), cómo hablar de él (Salmo 45, 1; Mateo 12, 34), cómo huir del mal (Salmo 119, 11). En nuestro hogar, en nuestro trabajo, en nuestras ideas y venidas en todo adornaremos "la doctrina de Dios nuestro Salvador" (Tito 2, 10).
Dos caminos se abren ante nuestras narices: el más estrecho el de la obediencia al Señor y el otro más ancho de nuestra propia voluntad, el mundo corrupto. El camino de la obediencia conduce a la bendición y el de la propia voluntad a la maldición. ¿Cuál quiere escoger y seguir usted?
24.- Deuteronomio 12, 1-19: Israel recibe instrucciones divinas: la primera, un lugar para rendir culto a su Dios. Buscar y escoger el sitio para celebrar diversos sacrificios a Jehová, cómo El lo había ordenado que se hiciese para recibir su presencia divina en el corazón del pueblo israelita.
25.- Deuteronomio 12, 20-32: Por boca de Moisés, Jehová acaba de recordar que es él quien primeramente tiene derecho al servicio de los suyos. Pero nunca es deudor de ellos. Tengamos la seguridad de que si el Señor nos prohíbe algo, no es para privarnos de ello arbitrariamente, sino para que no tropezcamos.
Interesarse por el mal es señal de que nuestra conciencia no ha sido profundamente alcanzada y nos hace entrar desarmados en el territorio de Satanás.
26.- Deuteronomio 13, 1-18: Un falso profeta es particularmente peligroso cuando se levanta de en medio del pueblo de Dios. Los apóstoles nos previenen contra esos propagadores de doctrinas perversas que "con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos" (Romanos 16, 18; 2 Pedro 2, 18; 1 Juan 2, 19; Judas 4). Tengamos el valor de romper con las relaciones que tienden a alejarnos del Señor (Lucas 14, 26).
27.- Deuteronomio 14, 1-21: Los hijos de Jehová constituían un "pueblo santo a Jehová". La Biblia es la única medida que nos permite distinguir entre lo puro y lo impuro. Los fariseos ilustraban exteriormente que estaban separados del mal, pero en lo interior no eran gobernados por la Palabra de Dios. Él no reconoce la mezcla de lo celestial (provisto de alas) con lo terrenal (los reptiles).
28.- Deuteronomio 14, 22-29; 15, 1-6: El servicio religioso puro y sin mancha ante Dios Padre (Santiago 1, 27) incluye dos aspectos: "Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones y guardarse sin mancha del mundo". Cristo que por amor a nosotros "se hizo pobre, siendo rico" (2 Corintios 8, 9).
29.- Deuteronomio 15, 7-23: Dar es fuente de gozo para el dadivoso, "Mas bienaventurado es dar que recibir" (Hechos 20, 35). "El ojo misericordioso será bendito, porque dio de su pan al indigente" (Proverbios 22, 9). El ejemplo del siervo hebreo, figura de Cristo nos recuerda que todo lo que hagamos por amor al más pobre o más pequeño que nosotros, es para Jesús que lo hacemos.
30.- Deuteronomio 16, 1-17: De las siete fiestas en Levítico 23, sólo nos habla de las tres principales: la pascua, la fiesta de las semanas o de pentecostés y la de los tabernáculos.
Dios quería que cada uno de los suyos recordara todos los días de su vida su salida de Egipto y que allí había sido esclavo.
31.- Deuteronomio 16, 18-22; 17, 1-7: Aquí habla de los diferentes grupos de personas responsables en Israel: jueces, reyes, sacerdotes, levitas y profetas. Los primeros que se nombran son los jueces y los oficiales. La necesidad de dos o tres testimonios para establecer una acusación o un hecho cualquiera subraya cuán falibles somos y qué distancia nos separa de Cristo, el único "testigo fiel y verdadero" (Apocalipsis 3, 14; Juan 8, 14).
32.- Deuteronomio 17, 8-20: Una sentencia dictaminada por el sacerdote o por el juez era definitiva y debía acatarse. Pero quien ostenta la autoridad es responsable ante Dios de la manera cómo la ejerce. En cuanto a los reyes, éstos debieran tener la ley divina como su única guía. Poseer un ejemplar del santo Libro, tenerlo a nuestro lado y leerlo todos los días nos enseña a temer al Señor y a conocer sus mandamientos "para ponerlos por obra".
33.- Deuteronomio 18, 1-22: Las personas que asumen una posición religiosa: los profetas, éstos son hombres que cumplen la función de hablar en nombre del Señor. ¡Qué extravío tan terrible cuando no son fieles! Porque fiándonos de ellos corremos el peligro de tomar por palabra de Dios lo que no es más que mentira (1 Reyes 22, 22).
34.- Deuteronomio 19, 1-14: "No hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí" Al cristiano se le enseña a estar contento con lo que posee (Hebreos 13, 5), a ser sobrio (1 Pedro 5, 8) y al mismo tiempo a no luchar por sus derechos, para que su mansedumbre sea conocida por todos los hombres (Lucas 6, 29-31; Filipenses 4, 5).
35.- Deuteronomio 21, 1-9: ¡He aquí nuevamente los jueces ante un caso embarazoso! Un día se descubre un cadáver en un campo. ¿Quién asesinó a esta persona? Nadie lo supo. Debe haber un responsable, porque toda la sangre derramada debe ser vengada (Génesis 9, 6). Aquel que nunca conoció el yugo del pecado descendió al valle de la muerte desde donde en adelante fluye para nosotros el torrente que no se agota: la gracia eterna del Dios salvador.
36.- Deuteronomio 21, 10-23: El privilegio del hijo mayor era grande en Israel. ¿Y si fuera contumaz y rebelde? Si bien, el hijo pródigo no era mejor que el hijo rebelde que narra el evangelio. Pero la gracia lo halló y obró en su corazón, llevándolo al arrepentimiento. ¡El misterio insondable de la cruz! Allí Cristo fue hecho maldición para que la bendición de Abraham nos alcanzase por la fe (Gálatas 3, 14).
37.- Deuteronomio 22, 1-30: Dios no condena solamente el mal notorio y grosero, sino que también reprende toda forma de egoísmo. En la carta de San Pablo tenía que deplorar la ausencia de espíritu de servicio: "Todos buscan lo suyo propio..." (Filipenses 2, 21; 1 Corintios 10, 24).
38.- Deuteronomio 23, 1-25; 24, 1-6: Jesucristo enseñó a los discípulos y a las multitudes, al lado de una justicia absoluta, brilla una bondad perfecta, los derechos de los propietarios se mantienen, sin que los deberes fraternales de la caridad pierdan nada por ello.
Estos pensamientos en la humanidad lo puede descubrir en "la palabra de Dios que vive y permanece para siempre" (1 Pedro 1, 23).
39.- Deuteronomio 24, 7-22: Dios es luz y amor ( 1 Juan 1, 5; 4, 8). Como luz: condena al ladrón, vela para descubrir cualquier brote de lepra (figura del pecado), exige justicia de parte del prestamista y del empresario, aprecia la medida de responsabilidad de cada pecador.
Como amor: tiene ojos puestos en todos los oprimidos, deudores, pobres, extranjeros, viudas, huérfanos, siervos; los clamores de éstos llegan hasta sus oídos.
40.- Deuteronomio 25, 1-10: Incurrir en ciertos delitos exponía al israelita al castigo corporal, pero mesuradamente. Dios toma el castigo de la vara como ejemplo de la disciplina que él mismo ejerce para con sus hijos; nos recuerda que "azota a todo el que recibe por hijo" (Hebreos 12, 6).
41.- Deuteronomio 25, 13-19; 26, 1-11: Entre todas las experiencias humillantes del desierto, todavía hay una que Israel debía recordar, y nosotros juntamente con él. El diablo apenas si se atreve a arremeter contra los cristianos "rezagados" son presas fáciles para él. Sabemos lo que sucedió con Pedro cuando seguía a Jesús de lejos (Lucas 22, 54).
42.- Deuteronomio 26, 12-19: "De hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis". Los diezmos formaban parte del culto en Israel. Era necesario que el levita y el forastero se regocijaran juntamente con el israelita. En la tierra, el Espíritu de Dios vincula este servicio a la alabanza como para brindarnos la ocasión de probar nuestro amor al Señor de una manera diferente a las palabras. ¡"Porque de tales sacrificios se agrada Dios"! (Hebreos 13, 16).
43.- Deuteronomio 27, 1- 26: Las palabras de la ley se debían escribir "muy claramente" en piedras grandes revocadas con cal, deslumbrantes de blancura, y colocarlas en un lugar visible sobre una montaña, como testimonio para todo Israel.
El mismo pasaje de Gálatas anuncia que "Cristo nos redimió de la maldición de la ley" al tomarla sobre sí(cap. 3, 13). Desde entonces, ya no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia (Romanos 6, 14).
44.- Deuteronomio 28, 1-14: Advierte a Israel sobre las consecuencias de su obediencia o desobediencia (Job 33, 14). El hecho de escuchar la Palabra, de guardarla y ponerla en práctica siempre estará ligado a la bendición del Señor (Apocalipsis 1, 3).
45.- Deuteronomio 28, 15-32: Desde aquí hasta el final de este largo capítulo Jehová enumera todas las maldiciones que vendrán sobre Israel si no escucha. "Mirad que no desechéis al que habla" (Hebreos 12, 25). Pues no sólo desecharíamos unas cuantas palabras, sino a la Persona que las ha pronunciado. ¡Y que el Señor nos guarde de hacer toda clase de enojosas experiencias antes de comprender que no podemos ser felices lejos de él!
46.- Deuteronomio 28, 33-68: "Se multiplicarán los dolores de aquellos que sirven diligentes a otro dios" (Salmo 16, 4). Al negarnos a servir al Señor, nos colocamos prácticamente bajo la servidumbre de Satanás y del pecado (Juan 8, 34). ¡Que Dios nos enseñe a servirle gozosamente, imitando a Aquel que hallaba sus delicias en hacer la voluntad de Dios! (Salmo 40, 8).
47.- Deuteronomio 29, 1-17: Todo Israel está reunido para oír las palabras del pacto. El poder y el amor de Dios han obrado grandes milagros. El apóstol Pablo lo hace responsable de haber cerrado voluntariamente sus oídos para no oír y en consecuencia convertirse (Hechos 28, 27-28).
48.- Deuteronomio 29, 18-29: Las pruebas, los fracasos y la disciplina a veces nos parece que van en contra del plan de Dios. Pero pronto, en la magnificencia del lugar Santo, admiremos la otra cara y comprenderemos todo su amor.
49.- Deuteronomio 30, 1-14: "Dios no sólo recogerá, multiplicará y obrará con poder en favor de Israel, sino que ejecutará en él una poderosa obra de gracia mucho más valiosa que cualquier otra prosperidad exterior" Cristo, la Palabra viviente, vino desde el cielo, lugar al cual el hombre no podía subir, a fin de revelarnos el corazón de Dios, quien quiere que todos los hombres sean salvos (1 Timoteo 2, 4).
En cuanto a nosotros, cristianos, no olvidemos que si la Palabra está en nuestra boca o en nuestro corazón, es para que lleve fruto, para que sea puesta en práctica (Juan 13, 17).
50.- Deuteronomio 30, 15-20; 31, 1-6: Sólo dos caminos se abren ante Israel, lo mismo que ante todo hombre: uno lleva a la vida y a la felicidad; consiste en amar a Dios, escuchar su voz y seguirlo. Escuchemos la voz amiga que murmura a nuestros oídos: "Este es el camino, andad por él" (Isaías 30 21). Escoger la vida es escoger a Cristo. Después él se encargará de nuestra felicidad. Querido amigo, escoja la vida, ¡escoja a Jesús! El futuro no le pertenece.
51.- Deuteronomio 31, 7-18: Después de exhortar a todo Israel a fortalecerse y a mantenerse firme, Moisés dirige las mismas palabras a Josué. La fuente del ánimo era la misma en ambos casos: "Jehová tu Dios es el que va contigo... él estará contigo".
Ante el abandono de Dios por parte del pueblo israelita, el profeta Oseas formulará una última promesa divina: "Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia" (Oseas 14, 4).
52.- Deuteronomio 31, 19-29: Una misma frase anuncia las bendiciones que Jehová tiene reservadas para su pueblo y la incalificable traición de éste al volverse tras otros dioses. Advertido sobre el sombrío porvenir que se está preparando Israel, Josué, no obstante, es exhortado a fortalecerse. Porque no obtendrá su fuerza del pueblo, sino de Jehová.
53.- Deuteronomio 31, 30; 32, 1-14: Tal como se lo ha ordenado Jehová, Moisés se dispone a enseñar un cántico a los hijos de Israel. Atribuye a Dios la grandeza, celebra lo que él es: fiel, justo y recto. Su nombre es la Roca; asegura refugio, morada, sombra bienhechora, agua viva, miel y aceite para los suyos (v. 13; Salmo 31, 2; 71, 3; Isaías 32, 2, etc.). Luego el cántico exalta lo que Dios hace: ¡una obra perfecta!
54.- Deuteronomio 32, 15, 33: El cántico que Moisés enseña a los hijos de Israel por desgracia tiene más que una estrofa. Israel abandonó la Roca de salvación, la despreció, la provocó y finalmente la olvidó. ¡Que el Señor nos dé sabiduría para administrar sus dones, pues tendremos que rendirle cuenta de su gestión en el momento de su retorno!
55.- Deuteronomio 32, 34-52: El final del cántico de Moisés recuerda que Dios es soberano, que es "el mismo", y sabemos que tiene la última palabra. Es la venganza sobre sus enemigos cuyo castigo no han recibido en mucho tiempo, pero también el perdón para su pueblo con el cual las naciones ser regocijarán durante el milenio.
Se han terminado las instrucciones de Moisés. Como mediador veraz, Moisés ha hablado del pueblo a Jehová y de Jehová al pueblo.
56.- Deuteronomio 33, 1-12: Moisés es el digno representante de un Dios que ama "a su pueblo", y todos sus santos están "en su mano". Seguridad completada por la promesa del Señor Jesús: "Nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre" (Juan 10, 29).
57.- Deuteronomio 33, 13-29: Todo "lo mejor" debe ser para José, figura de Cristo. Por causa de sus sufrimientos en la cisterna y en la prisión, y luego de su gloria en Egipto, José ocupa con pleno derecho este lugar particular. Es el Jesucristo. Por eso Dios le ha dado eternamente un lugar privilegiado; lo ha ensalzado hasta lo sumo, le ha dado "un nombre que es sobre todo nombre"; lo ha ungido "con oleo de alegría más que a tus compañeros" (filipenses 2, 9; Salmo 45, 7).
58.- Deuteronomio 34, 1-12: Moisés, al principio había tenido esa "grade visión" de la zarza (Éxodo 3, 3). Luego por la fe, se había mantenido firme "como viendo al Invisible" (Hebreos 11, 27). Cada uno de nosotros, al finalizar el estudio de los cinco libros de Moisés (o Pentateuco), haya progresado en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. "De mí escribió él" (Moisés), dirá Jesús a los judíos (Juan 5, 46).
Comentarios
Publicar un comentario