CADA DÍA LAS ESCRITURAS 4: EL LIBRO DE NÚMEROS
1.- Números 1, 1-21: Las instrucciones de Levítico conciernen al culto y a la comunión, Números reanuda la historia del pueblo de Israel a través del desierto para hablarnos de otros aspectos de la vida cristiana: la marcha y el servicio. Jehová empezó por el censo (Números) de las tribus de Israel: soldados, levitas y sacerdotes. Cada uno tenía que declarar su filiación (v. 18). Queridos amigos, cada uno de nosotros debe saber si es o no es un hijo de Dios. Hoy, una persona sólo puede ser cristiana cuando personalmente cree en el Señor Jesucristo. Dios es su "registro civil" o libro de la vida, "a todos los que le recibieron... les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1, 12).
2.- Números 1, 22-37: En ciertos países, veinte años todavía es la edad en la que los jóvenes deben cumplir su servicio miliar. Un "recién nacido" en Cristo está listo para "salir a la guerra". La familia de Dios se compone de "hijitos", de "jóvenes" y de "padres" (1 Juan 2, 13). Debe producirse un crecimiento (Lucas 2, 40, 52). Cuando el niño debe convertirse espiritualmente en un joven fuerte, con capacidad para vencer al maligno (1 Juan 2, 14), luego en un hombre maduro según Hebreos 5, 14.
3.- Números 1, 38-54: Todos los hijos de Israel censados habían sido "bautizados a Moisés en la nube y en el mar". De los más de seiscientos mil contados del versículo 46, dos solamente, en quienes Dios pudo hallar su agrado porque tuvieron fe (1 Corintios 10, 5 y Hebreos 11, 6). En la multitud de los que hoy llevan el nombre de cristianos, sólo el Señor sabe cuántas almas le pertenecen de verdad (2 Timoteo 2, 19). Repitámoslo, no es el bautismo el que hace de alguien un miembro del pueblo de Dios, sino la fe en Jesucristo. El creyente debe asumir ambas funciones a la vez: la de soldado y siervo.
4.- Números 2, 1-34: Dios es Dios de orden (1 Corintios 14, 33), en su soberana sabiduría "ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo (de Cristo), como él quiso" (1 Corintios 12, 18). Muchos creyentes han alzado banderas a su capricho o a su conveniencia. Dios no reconoce esas denominaciones, esos pendones desplegados por el hombre. El mismo Jesús es el "verdadero tabernáculo" que reúne a los hijos de Dios dispersos, "el señalado entre diez mil", literalmente: alzado como pendón (Cantares 5, 10).
5.- Números 3, 1-16: Dios separó a los hijos de Leví para hacerlos servidores del santuario. Y ahora son escogidos para el servicio de Aarón y de toda la Asamblea. Sin embargo, servir tanto al Señor como a la iglesia, por servicio significa guarda, vigilancia. Se caracteriza precisamente la actividad del centinela montando su guardia todas las noches. Por "servir" también significa labor, sufrimientos, guerra y la cruz para nosotros. Estos servidores son "enteramente dados" a Aarón y a sus hijos, pues habla de "los que me diste" (Juan 17, 9, 12, 24...).
6.- Números 3, 17-39: Ningún levita podía decidir qué servicio quería cumplir. Es lo que el Señor quiere que hagamos. "Hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo", (1 Corintios 12, 5). Cualquiera que fuera la actividad de los levitas, pensamos en esos obreros en el tiempo de David: "moraban allá con el rey, ocupados en su servicio" (1 Crónicas 4, 23). "Quien está más cerca de Cristo, mejor le servirá y, sin esta proximidad no se le puede servir".
7.- Números 3, 40-51: Los levitas eran censados desde la edad de un mes. Pensamos en el pequeño Samuel, en Juan el Bautista (Lucas 1, 15), en Jeremías (1, 5) preceden a las llamadas para servir al Señor. El joven Isaías "es quitado tu culpa, y limpio tu pecado", "Heme aquí, envíame a mí" (Isaías 6, 7-8). Saulo aprendió de boca del Señor que estaba designado para ser "ministro y testigo" (Hechos 26, 16). "Para servir al Dios vivo y verdadero..." (1 Tesalonicenses 1, 9). Los levitas sustituían a los primogénitos de Israel y cada redimido viene a ser siervo de Aquel que lo ha salvado de la muerte. Que el Señor nos haga conscientes de sus derechos sobre nuestra vida (2 Crónicas 29, 11).
8.- Números 4, 1-15: Hay "diversidad de ministerios" (1 Corintios 12, 5) ellos se relacionan con Jesús nuestro Señor, y cada creyente tiene, de hecho, el mismo cargo: presentar a Cristo al pasar por el mundo y manifestar diferentes glorias morales. En palabra y en obra, los siervos del Señor son responsables de mantener viva e intacta la enseñanza cristiana. Los creyentes poseen su tesoro -Cristo- "en vasos de barro" (2 Corintios 4, 7). El arca estaba cubierta con un paño azul, símbolo del carácter celestial del Hombre-Dios caminando en este mundo. El candelero se llevaba sobre unas parihuelas y era visto por todos, figura del testimonio rendido en el mundo por Aquel que es la luz del mismo (Juan 8, 12). El altar de bronce bajo su paño de púrpura /v. 13) le recuerda constantemente al redimido, mientras atraviesa el mundo, los sufrimientos de Cristo y las glorias que siguen.
9.- Números 4, 16-33: Tres familias de los levitas: profetas, pastores, maestros... (Efesios 4, 11). Los primeros (coatitas) presentan a Cristo en relación con las necesidades del desierto, los segundos (gersonitas) velan sobre el montaje de las cortinas, dicho de otra manera, cuidan de la asamblea como testimonio práctico, y los últimos (hijos de Merari) son responsables de las "estructuras", de los fundamentos de la verdad. Un coatita podía estar empleado en llevar el arca, mientras que un gersonita probablemente sólo se ocupaba de unas simples cuerdas. Lo que cuenta a los ojos del Señor, la fidelidad (1Corintios 4, 2). Con dos como con cinco talentos, el siervo fiel en pocas cosas será establecido sobre mucho (Mateo 25, 20-23). guiado por el sacerdote sabía qué hacer y cómo hacerlo.
10.- Números 4, 34-49: Segundo censo sólo toma en cuenta a los hombres treinta a cincuenta años. El Señor espera que le reservemos los mejores años de nuestra vida. Ya se trata de la madurez espiritual. "Fiel en lo muy poco", el Señor encomendará "lo más" (Lucas 16, 10). El Señor se ve obligado a comprobar con tristeza que, para su gran cosecha dispone de pocos obreros (Mateo 9, 37), porque muchos "no se prestaron para ayudar a la obra de su Señor" (Nehemías 3, 5). El censo de los levitas se ha acabado. "Se le asignó a cada uno su oficio y a cada uno su carga" (v. 49). La palabra carga o servicio (carga es la traducción literal) nos recuerda que quien sirve al Señor y a los suyos no puede hacerlo sin sentir espiritualmente el peso, sin estar comprometido de corazón (2Corintios 11, 28).
11.- Números 5, 1-31: El apóstol invoca el mismo motivo para invitar a cada hijo de Dios a mantenerse limpio de toda mancha: su cuerpo es templo del Espíritu Santo (1 Corintios 6, 19). Al hombre que padecía de lepra (el pecado) o de un flujo (la incapacidad de reprimir las manifestaciones de la carne) se le debía alejar del campamento hasta su curación. Si amamos al mundo, la Palabra nos aplica el terrible calificativo de adúlteros. "Examíname, o Dios, y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno" (Salmo 139, 23-24).
12.- Números 6, 1-12: Las condiciones del nazareato eran tres: 1. Abstenerse de todo lo producido por la viña, símbolo de los goces del mundo; 2. Dejarse crecer el cabello, imagen de la puesta a un lado del "yo", lo que debe caracterizar al discípulo de Cristo; 3. Huir de todo contacto con la muerte, salario y prueba del pecado. En principio cada hijo de Dios lleva este triple carácter. Ha muerto al mundo, al "yo" y al pecado (Gálatas 6, 14; 5, 24; 2, 17-20). Es preciso que su consagración sea total para Cristo.
13.- Números 6, 13-27: Las Escrituras mencionan algunos nazareos: Sansón, Samuel, Amasías (2 Crónicas 17, 16), Juan el Bautista. El nazareo por excelencia fue Jesús, el Cristo. Venido al mundo, no era "del mundo", su camino fue de una entrega total y cuyo final lo aguardaba ese gozo, la consagración al Señor es el camino seguro a la bendición.
14.- Números 7, 1-88: Estas ofrendas entregadas a los levitas, "a cada uno conforme a su ministerio" (v. 5). Los diversos sacrificios formaban parte de las ofrendas y evocan los variados aspectos de la obra de la cruz.
15.- Números 7, 89- 8, 1-14: Aquí nos revela el secreto de Moisés, varón de Dios (Salmo 90). Es la oración. Escuchaba "la voz" y luego "le hablaba". Pensemos en Jesús, después de las fatigas del día, solía retirarse solo a un lugar apartado para orar (Marcos 1, 35; 6, 46). Los levitas eran presentados por Aarón con ofrenda mecida, como para dejar que esta luz divina alumbrara continuamente en ellos. Cuán importante es mantenernos siempre en la presencia de Dios para servirle (1Reyes 17, 1).
16.- Números 8, 15-26: En la purificación corresponde al trabajo que el Espíritu Santo hace por medio de la Palabra para que los creyentes se mantengan puros, el orgullo crece rápido si no está a mano la "navaja" para vigilar sus apariciones. Sólo después de esto el levita podía cumplir su servicio (v. 22). Antes de empezar apresuradamente un trabajo para Cristo, dejémoslo hacer lo que, por su gracia, él quiere hacer en nosotros.
17.- Números 9, 1-14: Jehová comunica a Moisés sus instrucciones para celebrar este gran aniversario. La cristiandad celebra todos los años el nacimiento y la muerte del Señor. Los redimidos del Señor tienen el privilegio de recordar juntos sus sufrimientos y su muerte cada primer día de la semana. El señor conoce las circunstancias de los suyos y responde a ellas por su misericordia. La fiesta debía celebrarse según los estatutos de la pascua (v. 12). La Palabra invita al creyente a que se juzgue, que se pruebe a sí mismo antes de tomar la Cena del Señor (1 Corintios 11, 28).
18.- Números 9, 15-23; 10, 1-10: Cada puesta en marcha y cada alto se verificaba por "mandato de Jehová", tenían que ponerse en marcha y era menester acampar sin ir más lejos. La hermosa figura de la dependencia será cuando la voluntad de Dios era revelada y dado en la reunión de los santos como en su marcha, en sus combates, en su culto y la Palabra nos exhorta: "No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor" (2 Timoteo 1, 8).
19.- Números 10, 11-36: Cuando la nube se alzaba para salir, las trompetas resonaban. Luego la trompera volvía a tomar "alarma" y las tribus reanudaban su viaje. Los cristianos de hoy aguardan la señal de la gran partida. El Señor volverá "con trompeta de Dios" para arrebatar a su Iglesia (1Tesalonicenses 4, 16). Como para recordar quien es el que conduce a los suyos, el versículo 33 muestra el arca tomando la delantera para asegurar al pueblo un "lugar de descanso". El camino de tres días por el cual Cristo pasó al atravesar la muerte por nosotros, abre "un camino nuevo y vivo" a un pueblo resucitado marchando hacia el reposo celestial.
20.- Números 11, 1-9: En su ingratitud el pueblo se queja y Jehová lo castiga. El pobre pueblo ha olvidado los ladrillos, la paja y lo caro que el opresor le cobraba lo poco que le daba. Esos manjares de Egipto tienen un sabor fuerte, pero no son nutritivos. La gente de este mundo, ¿de qué alimenta su espíritu? De lecturas y espectáculos a menudo frívolos, atractivos para la carne pero sin beneficio para el alma, ¡hacen mucho daño! Israel recuerda aquellos alimentos porque para él el maná ha perdido su exquisito gusto a "hojuelas con miel" (Éxodo 16, 31). "El que a mí viene nunca tendrá hambre", prometió el Señor Jesús (Juan 6, 35).
21.- Números 11, 10-23: Moisés no podía cargar solo con ese pueblo, pero él no estaba solo, Jehová mismo llevaba a Israel "sobre alas de águilas" (Éxodo 19, 4) y en sus brazos paternales (Deuteronomio 1, 31). Cuando insistimos en obtener lo que Dios no quiere darnos, nos acareamos la flaqueza por "mortandad".
22.- Números 11, 24-35: Moisés es relevado de una parte de sus responsabilidades, las cuales pasan a manos de setenta ancianos. Dios nos ha mostrado el camino de separación "fuera del campamento" religioso de la cristiandad. "El que siembra para su carne, de la carne segará corrupción" (gálatas 6, 8).
23.- Números 12, 1-16: La lengua es "un mal que no puede ser refrendado, llena de veneno mortal" (Santiago 3, 8), comprobamos sus estragos e influenciados por las críticas y las maledicencias que contaminan a los miembros más honrados de la familia de los conductores del pueblo. sus palabras malévolas quizá se habían susurrado "al oído", en el mayor secreto (Lucas 12, 3). Cuando se trata de un atentado contra los derechos de Jehová, su ira se enciende con justicia, su extremada mansedumbre se traduce en silencio. ¡Quiera el Señor guardarnos de "envidias, y toda suerte de maledicencias"! (1Pedro 2, 1).
24.- Números 13, 1-25: El pueblo va acercándose a la tierra prometida Moisés envía a doce hombres, los espías suben a Hebrón, lugar que conocemos. Como Israel, nosotros todavía estamos en el desierto, imagen de este mundo. Hay quien la conoce y puede hablarnos de ella: el Espíritu Santo, que nos ocupa con las cosas celestiales. Y el Espíritu nos da las "arras", esto es, el sabor anticipado de los goces del cielo. Nos hace conocer las cosas de Dios (1Corintios 2, 12). Podemos ocuparnos con Aquel que no hemos visto, pero a quien amamos (1Pedro 1, 8).
25.- Números 13, 26-33; 14, 1-10: Habían salido doce exploradores: uno por cada tribu. Cuando se pusieron en camino nada distinguía a los unos de los otros, los cuarenta días de viaje pusieron a estos hombres a prueba. De regreso cada uno muestra lo que hay en su corazón. Diez son incrédulos sólo dos, Josué y Caleb, confían en Dios. El error de los espías incrédulos era fijarse en su propia pequeñez y preocuparse por lo que esos enemigos pensaran de ellos. Josué y Caleb no tienen vergüenza de declarar su fe ante todos. No estar de acuerdo con la mayoría siempre es difícil y a veces peligroso.
26.- Números 14, 11-25: Este pueblo me ha despreciado, declara Jehová. Le recuerda que Dios es lento para la ira y grande en misericordia. Es el momento de perdonar la iniquidad y la transgresión. Él es nuestro Padre y tenemos a su lado un abogado lleno de amor: Jesús, nuestro Salvador (1Juan 2, 1).
27.- Números 14, 26-45: Moisés anuncia la desagradable nueva después de cuarenta años de pasantía por el desierto Sinaí. El corazón del hombre nunca está de acuerdo con Dios, cuando se trata de reconocer las faltas cometidas, de doblegarse bajo la disciplina y aceptar con humillación las consecuencias de sus pecados. Moisés les dice "No subáis", se empeñan en hacerlo y sufren una cruel derrota.
28.- Números 15, 1-21: La incredulidad y la rebelión del pueblo le ha hecho perder todos los derechos a la tierra de Canaán. Dios dispone de recursos para las peores fechorías, la obra de Su muy amado Hijo, "un olor grato a Jehová". El estatuto del extranjero era idéntico al del israelita por nacimiento y prefigura una gracia que se extiende más allá de Israel, un evangelio predicado en toda creación (Colosenses 1, 23).
29.- Números 15, 22-41: La Palabra, que discierne las intenciones del corazón, establece cuidadosamente la distinción entre los pecados "por ignorancia", que resultan del desconocimiento de la Palabra o por despiste, y los pecados "con soberbia", cometidos adrede y con desprecio a la voluntad divina. "Buscad las cosas de arriba... Poned la mira en las cosas de arriba...", prescribe Colosenses 3, 1-2.
30.- Números 16, 1-15: "La contradicción de Coré" (Judas 11). El "orgullo" es una verdadera sublevación contra Dios. Coré es un levita de la familia de Coat. No contento con su noble servicio, ambiciona el sacerdocio. Quieren ser importantes, estar por encima de los demás. Estos hombres son figura de la rebelión civil, mientras que Coré personifica la apostasía religiosa.
31.- Números 16, 16-35: Coré se enalteció en su pensamiento. Mas escrito está: "Cualquiera que se enaltece, será humillado" (Lucas 14, 11). "Antes del quebrantamiento es la soberbia..." (Proverbios 16, 18). "Apartaos ahora de las tiendas de estos hombres impíos". "Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios (los coritas eran también porteros del templo), que habitar en las moradas de maldad". Somos hijos de una raza culpable, pero si hemos creído, también seremos guardados de un juicio aún más terrible. ¡Cuán grande es la gracia de Dios.
32.- Números 16, 36-50: Pecaron Coré y sus hombres "contra sus almas". ¡Cuán influenciable es el corazón humano! Ya vimos cómo diez espías fueron suficientes para arrastrar a todo el pueblo. "No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará" (Gálatas 6, 7).
33.- Números 17, 1-13: Sólo Aarón fue aceptado con su incensario entre las doce varas presentadas por los príncipes, una sola, la de Aarón. Imagen admirable de la resurrección de Cristo, el fruto producido en cada uno de los que le pertenecen, el testimonio visible hacia un Salvador viviente, aunque todavía oculto. Luego se coloca la vara de Aarón en el arca (Hebreos 9, 4), como para recordarnos que la fuente de vida sólo se halla en Cristo.
34.- Números 18, 1-19: Esta razón del capítulo 18 vuelve a hablar del sacerdocio y enuncia sus privilegios. Primeramente los hijos de Leví quedan unidos (el significado del nombre Leví) a los sacerdotes como un regalo para el servicio en el tabernáculo. El segundo de estos dones es el servicio mismo. Y todo servicio es una gracia que Dios nos concede. El Señor quiere concedernos el gozo de trabajar para él. Las "cosas santas" traídas por los hijos de Israel, recordándose el designio de Dios de "que en todo (Cristo) tenga la preeminencia" (Colosenses 1, 18).
35.- Números 18, 20-32: "Yo soy tu parte y tu heredad". "Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa". "Mi porción es Dios para siempre", lo tenemos todo en el cielo, puesto que allí se halla Jesús a quien poseemos.
36.- Números 19, 1-10: El sacrificio de la vaca alazana ocupa un sitio aparte en medio del libro del desierto, perfecta sin ningún defecto y evoca a Aquel que fue la víctima sin mancha y no conoció, el terrible yugo del pecado. Las cenizas se recogían y proporcionaban una abundante provisión de agua de purificación, para lavar todos los pecados de todos los israelitas durante toda la estancia en el desierto no corresponde a las necesidades de los inconversos, sino a las de los creyentes. La obra de Jesús cumplida una sola vez . El Espíritu Santo aplica por la Palabra (el agua) el recuerdo de los sufrimientos de Cristo (las cenizas) a la conciencia y al corazón del creyente caído.
37.- Números 19, 11-22: El creyente se mancha por medio de semejantes faltas, para expiar tan sólo la más mínima de ellas, fueron necesarios sus sufrimientos y su muerte en la cruz por parte de nuestro Salvador tras un largo trabajo de purificación.
38.-Números 20, 1-13: A esta roca hay que hablarle, es una hermosa figura de la oración, y desea que se lo pidamos para recordarnos que dependemos de Dios. Cristo en la cruz recibió una vez para siempre los golpes del juicio divino. Su obra hasta para dar en abundancia agua viva a los suyos a lo largo del desierto. Pero tenemos que hablarle. ¿Lo hacemos?
39.- Números 20 14-29: El egoísmo y el temor a ser molestado pueden más que cualquier otro sentimiento. Pero Dios dijo a Edom que no necesita nada; tan sólo pasará "a pie" sin pedir nada a nadie, desviar a un pueblo que va camino a su patria, ya que ha vuelto a encontrar la roca. Aarón muere antes de entrar en Canaán, y su sucesión es asegurada por su hijo Eleazar.
40.- Números 21, 1-15: El maná no escasea, pero es despreciado. La roca ha sido golpeada, pero se olvida hablarle. Imagen cuando descuidamos la Palabra y la oración. Pues, la mordedura de las serpientes lleva a Israel a sentir y a confesar sus pecados. La serpiente de bronce levantada por Moisés es el Hijo del Hombre levantado en la cruz, es Cristo hecho pecado por nosotros (2 Corintios 5, 21).
41.- Números 21, 16-35: Al mandato de Jehová, el pueblo se reúne entorno al pozo Beer. Príncipes y nobles cavan y el agua brota de unas fuentes profundas para refrescarlos a todos. Es una figura de los tesoros de la Palabra que los siervos de Dios han sacado a la luz para enriquecernos a nosotros. Cada hijo de Dios es invitado a escudriñar las Escrituras (Juan 5, 39). "¿Está alguno alegre? Cante alabanzas" (Santiago 5, 13). Las murmuraciones por fin cedieron lugar a la alabanza. Israel halló fuerzas (Nehemías 8, 10), las cuales despliega librando sus primeras batallas contra Sehón y Og; en éstas obtiene brillantes victorias.
42.- Números 22, 1-20: Moab no debe temer, porque cuando el maná, el Pan de vida, es apreciado por el pueblo de Dios, lo que el mundo posee no lo atrae para nada. Balaam se halla en un dilema, por un lado, desea merecer las riquezas y los honores y, por otro lado siente que no puede ir más allá de la voluntad del Dios soberano, Dios visita a Balaam de noche y le declara tajante y categóricamente: "No vayas... ni maldigas al pueblo, porque bendito es". El profeta infiel olvida que Dios no cambia.
43.- Números 22, 21-41: Balaam finge obedecer a Dios cuando en realidad es tentado por "su propia concupiscencia" (Santiago 1, 14). Dios quiere dárselo a entender y le habla de manera milagrosa por medio de su asna. Pero Balaam se obstina y Jehová lo deja seguir adelante. En realidad Dios para con nosotros son tantas ocasiones que sirven para preguntarnos si el Señor no está oponiendo a un proyecto que desaprueba. El Nuevo Testamento menciona "el camino de Balaam" (2Pedro 2, 15), luego su "error" (Judas 11) y finalmente su "doctrina" (Apocalipsis 2, 14). La propia voluntad extravía cada vez más. Ahora Balac y Balaam se han unido para su obra malévola. Juntos estos dos cómplices son figura del malvado rey llamado "la bestia", y del falso profeta o anticristo, quienes en los tiempos apocalípticos se verán empujados por satanás contra Israel y contra Dios (Apocalipsis 13).
44.- Números 23, 1-12: Tal como nos enseña la historia de Job, Dios permite que semejantes ataques se conviertan en bien para los suyos. Notemos que todo sucede en el monte mientras el pueblo que está en la llanura lo ignora; desconoce tanto las intenciones funestas del enemigo como la manera en que Dios las hace fracasar. Balaam, como muchos otros, es un hombre de doble ánimo que intenta servir a dos amos y se deja llevar por las concupiscencias de su propio corazón.
45.- Números 23, 13-30: "Desde lo alto de la montaña, Balaam no ha notado iniquidad en Jacob, ni ha visto perversidad en Israel". "A su tiempo será dicho de Jacob y de Israel ¡Mirad lo que ha hecho Dios". Dios habla así, porque al contemplar a su pueblo, ve su propia obra.
46.- Números 24, 1-13: Cuando Balaam se obstina más, tanto bendecido será el pueblo divino. La Iglesia sigue en el desierto, pero Cristo es muy amado, y ella es la Esposa de Dios en la grandeza de la paciencia y del perdón divinos.
47.- Números 24, 14-25: Esta última profecía del adivino Balaam comienza por un oráculo sobre sí mismo. Tener "abiertos los ojos", es decir, la capacidad para ver a Jesús pero no querer hacerlo "ahora", conllevará a tener que mirarlo mas "no de cerca" en un futuro. ¡Qué porvenir trágico! Todavía invisible para el mundo, ya ha salido en el corazón del redimido (2 Pedro 1, 19).
48.- Números 25, 1-18: En la mente de Balaam, a quien se le ha escapado la recompensa tan ansiada, se va germinando una idea diabólica. De esta tenebrosa maquinación resulta el triste y humillante asunto de Baal-peor. Esto nos muestra que las invitaciones del mundo son más peligrosas que sus maledicencias. Es necesario el celo de Finees para apartar la ira de Jehová y detener la mortandad.
49.- Números 26, 1-65: Jehová hace tomar nuevamente el censo, esta vez por familias, "de toda la congregación de los hijos de Israel". Jehová dio instrucciones a Moisés sobre la herencia de cada familia israelita: "A los más darás mayor heredad, y a los menos menor". Esa verdad nos habla a todos: una mancha desfalleciente conlleva una pérdida eterna y puede privar a un cristiano de su "corona" (Apocalipsis 3, 11). Dios nunca se ha sentido sobrecargado por las necesidades de los suyos, y cuidará de cada uno de nosotros hasta nuestro último día en este mundo.
50.- Números 27, 1-11: Quien "llevó su causa delante de Jehová", declara: "bien dicen las hijas de Zelofehad". ¡Qué ejemplo dan ellas a quienes han tenido padres cristianos! Preguntémonos si "la herencia de nuestros padres", lo que era el objeto y la ferviente expectación de las generaciones precedentes, posee el mismo atractivo y tiene el mismo precio para nuestro corazón (comp. con 1 Reyes 21, 3).
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